Examen de Primer Año, Este taller se propuso avanzar en un ritmo de ciclos semanales: cada ciclo se constituyó como un entero, por cuanto comienza en salidas de dibujo en la ciudad donde se observa, se nombra determinada virtud espacial y luego se la lleva a cabo en una construcción formal, lo que llamamos un curso del espacio: este trance desde el croquis de observación hasta forma construida fue semana a semana. Es decir, cada paso ha significado una presición con respecto de la forma pero desde lo que solicita la coherencia interna del estudio. Del mismo modo, al hablar, respiración y palabra se trenzan en un flujo continuo: la respiración en sí pasa desapercibida pero ella es la que sostiene a la palabra, le otorga las pausas y silencios, el ritmo y la cadencia general del discurso. Visto de este modo, la palabra no es otra cosa que una exhalación modulada, dando a este soplo, significado y sentido. Estos ciclos – respiraciones, son el modo de
cómo el taller comienza a hablar, la palabra sostenida desde el
oficio, desde la forma construida. Paso a paso, fluidamente: esta es la
vía de la observación y la progresión natural del
estudio: observación – nombre – forma construida. Y,
desde este hablar del taller, desde este reconocer la continuidad del
paso a paso, aparece el discurso de cada cual. Cada uno ha debido trenzar
su propia continuidad de notas de precisiones para sostener un primer
fundamento de obra. Esta ha sido la primera edición del taller,
con un tiraje de 130 ejemplares y cada ejemplar, a su vez, con 130 partes
o capítulos. Éste es el número que se debe sostener
para realizar una edición con la medida del taller de primer año.
130 partes en continuidad, llegamos al total por la suma de la partes
equivalentes. Para el taller, la edición concebida desde el total
es una dimensión todavía por alcanzar. |