Examen de Primer Año,
Lunes 9 de Diciembre.

 

Ayer fui a la casa de un amigo fotógrafo que vivió algunos años en Estocolmo y que tuvo la suerte de asistir a una exposición de grabados que recogía la obra del mexicano José Guadalupe Posada, nacido en Aguascalientes en 1852, y muerto en la ciudad de México en 1913, de oficio grabador.

Ilustró cancioneros, crónicas, sainetes costumbristas, oraciones y cuentos; fundó los periódicos La Gaceta Literaria, El Centavo Perdido y La Casera; también colaboró en Revista de México, El Padre Cobos, El teatro, Nuevo Siglo, El Boletín, Argos, La Patria, El Ahuizote, El Hijo del Ahuizote, Don Chepito, Fray Gerundio y El Fandango. Se estima que es autor de más de 15 mil grabados. Este es el afiche de esa exposición y le saqué algunas fotografías para traerlas hoy.

La xilografía de este afiche me impresionó muchísimo, quedé sobrecogido al verla por primera vez. Aquí Posada se grabó a sí mismo en medio de las faenas de su taller; está acompañado por todos: el cajista, el componedor de las páginas y el redactor que trae los textos en la mano. Pero él no está enteramente presente, está absorto en lo que ocurre afuera, toda su atención está clavada en una escena violenta, los disturbios callejeros entre la milicia y el pueblo, premonitorios de la revolución que se avecina. Y él la está dibujando para dar testimonio de ello en el periódico del día siguiente. Este es el año 1902.

Digo que esta imagen es sobrecogedora porque ella entera es un testimonio del oficio gráfico, pero en un grado que se inscribe en la épica: está el taller y sus faenas descritas impecablemente, los oficios y con sus artefactos, está el aire que allí se respira, la ciudad afuera, viviendo su propia epopeya y ahí está Posada para ser testigo y dar testimonio de ese tiempo con la justeza propia de quien lo está viviendo y que, una vez impreso será público, será el único modo que el pueblo tendrá de verse a sí mismo y pasará a formar parte de su memoria.

En América, muchas han sido las incursiones de esta natura:
En Chile, existió la Lira Popular de la llamada “literatura de cordel”, porque sus ejemplares eran expuestos en la plaza como ropa tendida, para ser leída en voz alta por los escasos lectores capacitados, escrita en décimas porque en esa musicalidad de la rima era como podía retenerse en la memoria. Al noreste de Brasil, también, se dio la mayor fecundidad de estas obras gráficas, quizá todas ellas inspiradas por la visión épica de Euclides da Cunha en su obra “Os Sertões” que se nombra en Amereida.

Este año, en esta travesía, nosotros quisimos inscribirnos en esta tradición gráfica, no por la nostalgia de traer las antiguas técnicas, sino más bien pensando en lo directo entre la matriz y el impreso, para estar más próximo a la obra. La xilografía y los tipos móviles están presentes en el origen de la imprenta y constituyen el primer paso en la construcción de lo exactamente repetible. Es sin intercalar otros pasos, es sin cambios de tamaño, sin cambios de intensidad, es directo, al alcance de la mano, en el reino de lo táctil, además, perfectamente adecuado al cálculo de la economía propia de travesía.

El ajuste de los tipos debía ser impecable, quedar fijos sin ningún juego, pues en la impresión se corren o caen.

Esta travesía reúne por dos semanas a 6 talleres en el lado norte del estero, con campamentos, comedores - aulas, cocinas, redes de agua, con cine, lugar de la obra, lugar de la palabra poética, casi todo con lo que se conforma una polis.
Nosotros quisimos llevar el pulso de ese tiempo, más que en el mero registro, generar, a partir de grabados y escritos, una invención editorial en ronda, con los demás profesores de taller, con la poesía, y con todos quienes quisieron participar, en un esfuerzo por invitar e integrar.

Quizá ese fue el único logro del Dumuño, porque en esa figura de hospitalidad de oír y hacer con todos, se pudo tentar un modo de cómo nos vimos y leímos a nosotros mismos, construimos nuestra imagen en ese grado público que es leernos como una polis.

Y esta fidelidad pudo ser verificada y sometida a juicio cada vez, para ir avanzando sobre ella, porque se trata de algo que no se logra una vez y se descansa, sino que hubo que sostener edición a edición.

Esa potencia dar cuenta de las experiencias nosotros la tenemos por la relación de imagen y de texto, entre el dibujo y el escrito: éstas son las notas originales - originadoras y ellas son el modo de cómo el taller de primer año se originó en el estudio, que a la manera de Posada, a partir de experiencias vividas, internas y ciertas, el taller es capaz de recogerlas con la agudeza de quien observa y la fija en el papel. Incluso, ellas son numeradas del uno en adelante para poderlas reunir, citar y ordenar cronológicamente, armando un compendio cada cual, hilado y coherente. Ése es el relato del estudio y es a partir de este itinerario de croquis de observación que quiere hacer germinar en cada cual este modo de enfrentarse y recoger el mundo.

Cabe agradecer aquí a todos quienes se hicieron cargo de la elaboración del Dumuño, a los que voluntariamente se acercaron y fueron capaces de sostener las diversas faenas, a los que ordenaron tipos, a los que imprimieron, inventaron y trasnocharon, especialmente a Floro que discretamente nos guió y nos sostuvo con la poesía. A todos ellos, gracias.